martes, 9 de noviembre de 2010

Las computadoras y yo

Les voy a contar la historia más aburrida del mundo, porque siempre se las cuento a las mismas 4 personas cuando hablamos de los talleres que nos hacían cursar en la secundaria.

Resulta que en la secundaria me tocó entrar al taller de computación (sí, a ése que todo mundo quería entrar pero que al final terminaron en carpintería o mecanogarfía). Ahora que lo pienso me alegro de ser de los pocos privilegiados de haber estado en ese taller porque los demás talleres no me daban buena espina y menos el de estructuras metálicas que está en un cuarto oscuro y lleno (obviamente) de fierros.

La primera impresión


El punto es que el primer día de clases en los talleres todo mundo entramos a la sala de computo emocionados y con unas ansias de empezar a manejar los trastejos que tenían. Recuerdo que había una lanix "mini" tower, el caso es que no le veía por ningún pinche lado que tenía de mini el aparato porque medía fácilmente unos 70 centímetros y todavía tenía un floppy para disquettes de 5'' 1/4, no sabía mucho de computadoras pero el pobre aparato estaba gritando que ya llevaba obsoleto por lo menos ocho años.

Después de esa clase la maestra que estaba a cargo nos empezó a dictar en clase cosas acerca de la historia de la computación y otras cosas que a nadie le interesaban, todo en un extenso dictado y sin prender ninguna máquina, era aburridísimo pero al menos no tenía que estar llenándome las narices de aserrín tres cuatro días a la semana.

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