domingo, 3 de julio de 2011

De cómo gané mi primer (y único) concurso de ciencia.

Algunas de las cosas que más recuerdo de cuando entré a la secundaria fue que empecé a tener un gusto irónico por las materias como la física o química, y al decir irónico me refiero a que me gustaban pero estando en la escuela no era muy brillante, es más, creo que ni siquiera era bueno y eso es algo que siempre le he atribuido a un sistema educativo diseñado para educar a las masas. Pero ésa será tema de otra entrada.

Una de las partes que más recuerdo de esa etapa fue que un buen día publicaron una convocatoría para un concurso "nuevo" dirigido a los estudiantes de las escuelas secundarias del sur de Nayarit: "La gota de ciencia". La nota curiosa es que todo mundo confundíamos "gota" con "bota", lo cual no tenía mucho sentido. Un lamentable error de lengua sin duda.

Sin mucho pensarlo y armados de valor, un compañero y yo nos dimos a la tarea de buscar en libros experimentos chafas sencillos que pudieramos comprender y realizar sin ninguna complicación mayor, dicho de otra manera: Nos pusimos a ver día si y día también "El mundo de beakman" fijandonos con cuidado en los experimentos que presentaban. Fue así, y con un presupuesto de $50 (de esos tiempos) nos presentamos un miércoles ante una bola de gente más grande que nosotros, mejor preparada, y lo más importante; Con unos experimentos que simple y sencillamente no tenían comparación con los nuestros, era como comparar una resortera con un láser. Pero ya estábamos allí, estábamos inscritos y no podíamos escurrirnos a otro lado sin que nadie nos viera, entonces fue nuestro turno. Éramos un par de mocosos de primer año frente a los gorilas de segundo y tercero que ya habían terminado de hacer sus presentaciones y los cinco maestros del jurado.

Con algo menos que un ataque de pánico nos pusimos a presentar cada una de las prácticas, no recuerdo mucho de dos de ellos pero si me acuerdo bien del tercero; el experimento más trillado, repetido y choteado del mundo, el volcán de vinagre y carbonato. Pero el de nosotros no era siquiera un volcán, era un vil bote de refresco al que, después de meterle carbonato y vinagre le poníamos rápidamente un globo para que se inflara. Después de ver nuestro show, el jurado hizo sus anotaciones y pasaron con el siguiente equipo, mi compañero y yo jurábamos que nos habían linchado con las calificaciones pero al parecer le hizo gracia a los jueces que dos changos se pusieran a intentar ser inteligentes y nos pusieron como primer lugar para la categoría de física y química. Bueno, se oye muy bonito, pero la verdad es que no tenían de otra porque la premiación era por grados y curiosamente éramos los únicos de primer grado en todo el puñetero concurso. Un retroceso para la ciencia, pero un paso gigantesco para mi autoestima.

Así fue como llegó a mis manos mi primera calculadora científica, y nos regalaron un viaje a San Blas con todos los gastos pagados (Que en realidad sólo fue el transporte)

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