Hace muchos años, cuando era apenas un escuincle inconsciente que no aportaba nada a la vida, un día, de cuya fecha no quiero acordarme y dada la magnífica ubicación de mi casa, un día pasó la peregrinación de la virgen cantando la guadalupana y adivinen qué. No se me ocurrió algo mejor que hacer más que ponerme a bailarla con mis mejores pasos que mi cuerpo me permitía hacer.
Soy el rey de la pista
Y así fue por unos dos o tres minutos durante los cuales un pequeño gnomo bailaba por la sala de la casa hasta que mi madre se dio cuenta de semejante blasfemia y me regañó, bueno, no fue un completo regaño como tal, sólo me gritó -huarache en mano- que dejara de hacer eso y que esas "melodías" no se bailaban.
Si fuéramos aztecas tlaloc se habría sentido orgulloso.
2 comentarios:
Yo pongo a mi morrita a perrear con la del granito de mostaza. Me siento orgulloso de ella ;)
Jajajaja ¡Hereje! El diablo te llevará aunque seas morrito muajajajaja.
Publicar un comentario
Si gustas, puedes dejar un comentario. Es gratis y no engorda